Rodolfo Reyes Macaya
Les Formes du visible es un estudio antropológico de la figuración de carácter comparativo.[1] Descola realiza una interrogación de las imágenes, así como antes lo había hecho con las representaciones verbales acerca de las continuidades y discontinuidades de lo humano y lo no humano, para probar la pertinencia de su teoría ontológica en distintas culturas del planeta. Las imágenes son entendidas como productos de la figuración, proceso doblemente significante, que articula signo y agencia [agency].[2] Descola propone un esquema global de interpretación donde objetos e imágenes remiten a los cuatro grandes regímenes de identificación y composición del mundo: animismo, totemismo, analogismo y naturalismo. Si las formas de identificación mencionadas poseen realmente un rol estructurante, si son la fuente de las formas de composición de mundos originales compartidos por las colectividades humanas, entonces podríamos identificarlas en las imágenes producidas por estas colectividades; tal es su razonamiento base.
Este libro es el resultado, en parte, de la experiencia de vida del etnólogo, quien vivió entre los Achuar en la alta Amazonía desde 1976 hasta 1979. Por entonces su investigación abordaba la relación que mantenía este grupo étnico con su entorno natural. Este estudio, sin embargo, llegó a la conclusión que las categorías analíticas etnológicas usadas por él mismo no eran adecuadas. Los Achuar no separaban naturaleza de cultura, ni historia de religión, tampoco hacían la división entre saberes ecológicos de prácticas mágicas. Ni siquiera la noción de sociedad servía para hacer referencia a un ensamblaje de humanos, animales, plantas y espíritus cuyas relaciones cotidianas sobrepasaban la barrera de las especies. Las herramientas intelectuales de las ciencias sociales conducían a una configuración cosmológica y epistemológica nacida de la filosofía de la Ilustración (el «naturalismo») que imponía una visión de mundo universalista, pero que no se ajustaba a todas las culturas. A partir de su experiencia con los Achuar, el programa de Descola se dirigió al estudio comparativo de distintas formas de estabilizar y detectar las continuidades y discontinuidades entre lo humano y lo no-humano, utilizando documentos etnográficos e históricos, en busca de las formas de composición de mundos [mondiation]. Para esto, era necesario examinar las formas de identificación, los filtros ontológicos que sirven de discriminación a los humanos respecto a lo que el entorno ofrece a su aprensión: esquemas cognitivos, sensoriales y motrices, incorporados por medio de la socialización que ordenan prácticas, intuiciones y percepciones. Así, surgió la hipótesis que existen cuatro formas de sistematizar las inferencias ontológicas y de detectar continuidades y discontinuidades en los pliegues de mundo: animismo, totemismo, analogismo y naturalismo. Tales formas de clasificación responden a las formas predominantes en que los seres humanos, pertenecientes a tal o cual cultura, se relacionan con su entorno y componen el mundo.[3]
El libro está dividido en cuatro partes, cada una de ellas centradas en el estudio de los regímenes figurativos en relación a las mencionadas formas de composición del mundo. Sus partes son: Presences; indices; correspondances; simulacres; y por último un postcriptum que, para los interesados en las cuestiones teóricas, profundiza acerca de los problemas epistemológicos de la imagen. Caracterizaré brevemente los cuatro regímenes ontológicos.
A) El animismo identifica una frontera entre humanos y no humanos como una discontinuidad física, pero no moral; vale decir, tanto humanos como no humanos poseen interioridad e intencionalidad a pesar de la discontinuidad física entre unos y otros. Es común entre los pueblos indígenas de la Amazonía, del norte de América del Norte, en torno al Ártico y en Siberia septentrional, así como entre la población del Sudeste asiático y de Melanesia. Sus modos de figuración activan esta continuidad esencial entre lo humano y lo no humano, hacen visibles la interioridad los animales, las plantas, los minerales, incluso la de objetos que fueron hechos por la mano humana.
B) El modo de identificación totemista, característico de los aborígenes australianos, es diferente al animismo por cuanto pone el acento en los elementos compartidos en clases híbridas, regidas por una imagen totémica, compuesta de humanos y no humanos. Cada tótem moviliza un conjunto de cualidades que unos y otros comparten. Cada clase se identifica con su tótem, un ser que vivió en un tiempo mítico, el tiempo del sueño, con el que comparte una esencia. La figuración totémica hace presentes las homologías de estructuras, la identidad de recorridos de origen y referencias compartidas a un prototipo común.
C) El analogismo es un modo de identificación que reposa sobre el fraccionamiento y la individuación de las propiedades de los seres y las cosas. Frente a la constatación de que el mundo está poblado de una miríada de singularidades, organiza sus cualidades en cadenas significantes y en cuadros de atributos para intentar dar orden y sentido a los destinos individuales y colectivos. Así se descubren las correspondencias ocultas por medio de analogías. Ejemplo de esto son las «Diez mil esencias de la cosmología china» o la multitud de entidades que componen la «Gran cadena del Ser» en la cosmología medieval. Este modo de identificación habría sido dominante en la Europa de la Antigüedad al Renacimiento, así como en las civilizaciones de Oriente, África occidental, Mesoamérica y los Andes. La figuración analogista reposa en el reconocimiento de una discontinuidad general entre interior y exterior, un mundo profuso en el que los humanos se esfuerzan por reducir la multiplicación de diferencias, detectando redes de correspondencia que permiten dotar de sentido su comportamiento. El objetivo de este modo de figuración es hacer presente las redes de correspondencia entre los elementos discontinuos.
D) Naturalismo. Este último modo de identificación invierte las premisas del animismo. En él solo los humanos poseen interioridad, un espíritu, una intencionalidad, una capacidad de razonamiento. Los humanos se relacionan con el gran continuum de lo no humano por sus características físicas. Allí se advierte una separación tajante entre naturaleza y cultura, lo que resulta en una disociación entre la esfera de lo humano, seres capaces de racionalidad, actividad simbólica y vida social, y lo no humano, seres destinados a una existencia maquinal no reflexiva. Nacida en Europa, bajo el nombre de modernidad, esta ontología es la que prevalece en nuestras sociedades modernas.
Dicho sea de paso, no son pocas las críticas que ha recibido Descola en su afán totalizante de clasificar en cuatro esquemas los modos en que el ser humano se relaciona con su entorno.[4] Sin embargo, el denominado giro ontológico, del cual este autor es un representante insoslayable, ha abierto nuevas perspectivas en las ciencias sociales y en las humanidades.[5]
Este libro se inserta en una corriente interpretativa crítica respecto a la tradicional historia del arte, ciencia de circunstancias y signos, códigos y relatos que un estudio de su contexto podría descifrar. A contrapelo de este enfoque, algunos antropólogos e historiadores desde fines del siglo XX han tratado a las imágenes ya no como ensamblajes de signos, sino como agentes que ejercen efectos sobre la vida social y afectiva de aquellos que las observan. Estos investigadores son Alfred Gell,[6] Hans Belting, David Freedberg, Horst Bredekamp. Aparece en ellos el concepto de agencia [agency], que da cuenta del poder de las imágenes en la vida social. Este libro se inserta en esta última corriente, sin abandonar del todo la idea de la imagen como entramado de signos que hacen ver algo del mundo al transfigurarlo.
Figurar es producir un ícono que hace visible algo que tiene lugar y, por otro lado, activa la agencia [agency] del prototipo y de las intenciones del cual este signo es un efecto. La figuración es abordada en un sentido amplio, no sólo mimético o «realista», también son consideradas sus variantes anicónicas que cumplen la función de activar la agencia de las imágenes. Descola ofrece una tipología de las imágenes a partir de su configuración figurativa: aquéllas que figuran de manera mimética, aquéllas que solo se figuran a sí mismas, dando presencia a lo invisible, y aquéllas que en apariencia anicónicas reenvían de manera oblicua a referencias identificables. Estas últimas han sido designadas como ornamentales o decorativas. Sin embargo, estas imágenes están lejos de ser meramente decorativas. Como el motivo Orión de la cultura Achuar, las imágenes ornamentales cumplen una función icónica haciendo visible un mito cosmológico y dotan de una agencia propia al objeto, la que apuntala la propiedad cósmica del artefacto. La iconografía movilizada por una antropología de la figuración es más vasta y diversa que las obras en las que los historiadores del arte suelen interesarse; especialmente en lo que respecta a las imágenes rituales y utilitarias, que no tienen por objetivo satisfacer un placer estético del observador o de comunicar un mensaje codificable por medio de un lenguaje simbólico. Las imágenes, sostiene Descola, son más que la huella activa de los objetos que figuran y con los que comparten propiedades reconocibles, son los modos de ser de estos objetos (31).
Un régimen figurativo se deja definir por varios aspectos: por los tipos de objetos y de relación que elige hacer visible; por las herramientas formales que usa; por las circunstancias y los lugares donde las imágenes son mostradas; por el rol que juegan en un colectivo; por las redes simbólicas que actualizan y por los medios elegidos para desencadenar el tipo de potencia de acción [puissance d’agir] que se les atribuye. Este libro trata a las imágenes como agentes icónicos, simultáneamente figurativas y dispuestos a actuar, reveladoras del estrato invisible que actualizan, e investidas de una autonomía causal respecto de aquellos que han contribuido a instaurarlas.
Les Formes du visible sostiene que figurar es hacer ver la naturaleza ontológica de lo real, que los hábitos de nuestra mirada optan por seguir tal o cual pliegue del mundo, ya sea un fenómeno, una cualidad, un objeto que emerge y se separa en el flujo de nuestra experiencia sensible. Los hábitos de nuestra mirada pueden ser clasificados según los cuatro grandes regímenes ontológicos abordados una y otra vez a lo largo de sus más de ochocientas páginas: animismo, totemismo, analogismo y naturalismo. Figurar también implica activar la agencia de las imágenes. Así las imágenes, actúan y ejercen un poder, articulado según los modos en que lo humano se relaciona con lo no humano. Este libro aventura, a fin de cuentas, que los criterios de discriminación ontológica provistos por la gama de similitudes [ressemblances] y de diferencias entre la interioridad y la exterioridad deben ser halladas en la figuración de las junturas que articulan los elementos del mundo.
Notas
[1] Descola, Philippe. Les Formes du visible: Une anthropologie de la figuration. Paris: Seuil, 2021. 848 páginas.
[2] La noción de agencia [agency] es retomada desde el libro de Gell, Alfred. Art and Agency. An Anthropological Theory. Oxford: Clarendon Press, 1988.
[3] Existe un libro fundamental donde Descola sistematiza estos postulados: Par-delà nature et culture. Paris: Gallimard, 2005. Ed. en castellano: Más allá de la naturaleza y la cultura. Trad. Horacio Pons. Buenos Aires: Amorrortu, 2012.
[4] Entre las diversas críticas a los postulados de Descola y a sus adeptos en Latinoamérica, ver en especial: Miguel Bartolomé, «El regreso de la barbarie. Una crítica etnográfica a las ontologías “premodernas”». Trace. 67 (2015): 121-149.
[5] Para una síntesis respecto a los postulados del denominado giro ontológico, se sugiere consultar: Daniel Ruiz Serna y Carlos Del Cairo, «Los debates del giro ontológico en torno al naturalismo moderno». Revista de Estudios Sociales. 55 (2016): 193-204. DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res55.2016.13 (24/09/21)
[6] Es insoslayable recomendar la traducción al castellano del libro de Alfred Gell, la cual posee una contundente introducción de Guillermo Wilde: Arte y agencia: Una teoría antropológica. Buenos Aires: SB, 2016.
Bibliografía
- Bartolomé, Miguel. «El regreso de la barbarie. Una crítica etnográfica a las ontologías “premodernas”». Trace, 67 (2015): 121-149.
- Descola, Philippe. Par-delà nature et culture. Paris: Gallimard, 2005.
- ___. Más allá de la naturaleza y la cultura. Buenos Aires: Amorrortu, 2012.
- Gell, Alfred. Art and Agency. An Anthropological Theory. Oxford: Clarendon Press, 1988.
- ___. Arte y agencia: Una teoría antropológica. Buenos Aires: SB, 2016.
- Ruiz, Daniel y Carlos Del Cairo. «Los debates del giro ontológico en torno al naturalismo moderno». Revista de Estudios Sociales, 55 (2016): 193-204. DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res55.2016.13 (24/09/21).
Imagen superior: detalle de tejido chilkat, Columbia Británica, Canadá, s. XIX
Referencia electrónica
Reyes Macaya, Rodolfo. «Figurar las articulaciones del mundo: la antropología de la figuración de Philippe Descola». Hyperborea. Revista de ensayo y creación. 4 (2021): 302-07. https://www.hyperborea-labtis.org/es/paper/antropologia-de-la-figuracion-de-philippe-descola-230
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.5292341