Rodolfo Reyes Macaya.
Université Paris Sorbonne
Daniela Escobar es poeta, diseñadora y editora, una de las fundadoras del sello Overol (http://edicionesoverol.cl/) en cuya cuidada propuesta editorial se encuentran traducciones de Susan Howe, H.D. y Rachilde, libros del poeta Juan Santander y del filósofo Andrés Claro, así como ediciones póstumas de Enrique Lihn, entre otras publicaciones. Aunque a Daniela Escobar no le gusta de hablar de sí misma y cultiva un bajo perfil, hemos conversado sobre su historia de vida, arte y diseño, y acerca de su libro Curvatura del ánimo, que recibió el Premio Municipal Juegos Literarios Gabriela Mistral en la categoría «Poesía» el año 2018.
R. R. M.- En Curvatura del ánimo (2018), aunque primera obra, se ve una voz resuelta con estrategias discursivas claras, en las que se sospecha un largo y paciente trabajo de escritura. ¿Cómo fue el proceso hasta llegar al libro?
D.E.- Escribí sin pensar en una publicación; al contrario, me divierte desechar material. Pasar de prosa a verso, cortar. Como no tenía ninguna urgencia por ver el libro impreso, me entretuve viendo su transformación. Sacar todas las comas, poner todas las comas, de dísticos a tercetos. «Está en los árboles, ya viene», es un verso que tomé de una canción de Kate Bushque, a su vez, ella tomó de la escena de una sesión de espiritismo en la película de terror Night of the Demon. Por otro lado, intenté recoger de los sueños sus cualidades expresivas: colores, sensaciones, ambientes. Cuando percibí por dónde iban los textos, ya había una historia cronológica; a ella le sumé otros recuerdos y una capa de objetos que ayudan a contextualizar los poemas; hay un almacén, por ejemplo. Fue clave la lectura de Andrés Florit, Juan Santander, Catalina Gré y Mario Verdugo, quienes me ayudaron a editar y a corregir el montaje del libro.
R. R. M.- Los poemas no tienen títulos ¿Qué era lo que estabas buscando cuando decidiste quitárselos o tal vez nunca ponérselos?
D. E.- Continuidad, busqué un hilo narrativo.
R. R. M.- Quienes han reseñado tu libro coinciden en situar los tópicos de la familia, del hogar y la infancia. ¿Se podría identificar autora y hablante? ¿Son retazos de la historia de Daniela Escobar, de su «léxico familiar»?
D. E.- Los textos se desprenden de una realidad. Pero como también dice Wallace Stevens en un apunte: lo que vemos mentalmente es tan real para nosotros como lo que vemos con los ojos. En la mayoría de mis sueños aparece la religión, mi familia, y Renca —que en mapudungun significa «planta», en referencia a unas flores amarillas que están en varias partes, por lo que me interesó incorporar esos elementos: cerros, flores, y la aridez del lugar. Al leer Viaje de un naturalista alrededor del mundo, de Charles Darwin, me pareció estimulante su manera de observar y describir el entorno con minuciosidad. Mi madre, como muchas otras mujeres, trabajó en múltiples oficios, y eso contribuyó a verme rodeada de un montón de objetos: penicilina, buzos, calendarios, y todos los alimentos que puedes encontrar en un almacén. Traté de armar un vocabulario con eso.
R. R. M.- Ver con la mente o ver con los ojos, parafraseando la cita de Stevens, serían dos modos complementarios de entrar en lo que nos rodea. ¿Qué función cumplió tu escritura en esto?
D. E.- En vez de rezar, mi mamá me decía que conversara con Dios y que no siguiera las frases ya hechas porque así no me iba a escuchar; podía escribirlas también. Hoy siento que los textos son esa especie de oración, los aprendo de memoria y repaso antes de dormir, reviso lo que no me suena, imágenes, o simplemente repito. Creo no tener acceso a la función que eso cumple, no lo veo separado de mí. Intuyo que hay una especie de coproducción entre lo que hago, cómo intervengo el trabajo y cómo eso me vuelve a modificar. A veces escribiendo aclaro algunas ideas.
R. R. M.- ¿Cómo emergió la escritura en tu historia de vida? ¿Qué tuvo de necesario y de gratuito? Y ¿cómo llego a convertirse en un hábito?
D. E.- Me pasaban lápices y hojas para no aburrirme. No tenía muchos libros, pero sí cuadernos que vendían en el almacén, pienso que me conecté con el dibujo y la escritura a través del ocio. Mi abuelo me enseñó a tipear sin mirar las teclas de la máquina de escribir, con los ojos vendados, siguiendo «un dictado interno». Lejos de una idea terapéutica, la asocio a un grado de satisfacción que se va corriendo. Lees lo que escribiste el día anterior y te frustras. Me sorprenden esas variaciones, estar más y menos receptiva llama a establecer una práctica.
R. R. M.- La breve reseña biográfica del libro nos informa sólo que «Daniela Escobar nació en Santiago en 1984. Este es su primer libro». Asimismo, en uno de los poemas se habla de «retirar el brillo/desprender lo que llama la atención» (62). En esto leo una especie de ascesis, que se profundiza en los poemas. En uno aparece la figura del ayuno, que «fortalece y debilita» (72) ¿Cómo llegaste a tomar estas decisiones? ¿Son partes de una práctica vital?
D. E.- En una entrevista, Anne Carson cuenta que al hacer performances con su marido «él siempre va al medio, o el evento va en el medio, y yo me quedo parada al costado. Por eso me gusta trabajar en grupo. Así no tengo que pararme en el centro del escenario». Comparto esa idea, también soy buena escondiéndome. He participado en colectivos donde lo que adquiere mayor protagonismo es una idea articuladora. En cuanto al ascetismo, me interesa el que no niega la miseria interior, sino el que pone la atención en esa miseria. Desde ahí, para mí el ayuno es un modo de mirar los hábitos. Los míos van del orden al desastre total. Lo bueno es que, en algunos momentos y casos, el cuerpo tiene la posibilidad de repararse a sí mismo.
R. R. M.- En el libro emergen nociones plásticas, el verso y la estrofa como unidades de sentido, bloques que se van ensamblando. Al respecto, ¿cómo ves tu trabajo de diseñadora y escritora? ¿Te parece que hay continuidad entre uno y otro oficio?
D. E.- Tal vez se da la continuidad a través del contexto: desde este lugar, en este momento, bajo estas condiciones, existe un modo de observar y trabajar los oficios. Para mí es importante la música, y tomo muchos referentes de ese ámbito para elaborar piezas de diseño y escribir. Sin embargo, el modo de enfrentarme al diseño y a la escritura para mí es distinto. Mencionar un color no es lo mismo que aprender a usarlo en la paleta; un color junto a otro color crea una vibración (hay uno que toma ventaja), en el amarillo dentro de un círculo alguien puede leer un sol, y no es igual a escribir sol amarillo, lo cual podría ser redundante. Desde mi perspectiva, la imagen es un elemento de un poema, junto con el ritmo y la palabra. Pero el modo de afrontarla en ambas disciplinas obedece a criterios disímiles, ya que los medios formales son diferentes. El diseño suele confundirse con arte, pero para mí es un modo de trabajo sistemático que tiene una función específica.
R. R. M.- Entonces ¿el arte carecería de la sistematicidad del diseño?
D. E.- Creo que obedecen a métodos diferentes de trabajo, lo que no impide que puedan compartir algunos aspectos. Según Barbara Kruger, hay muchas maneras de hacer arte: visualizar, digitalizar, crear una especie de comentario. La menciono a ella porque trabajó como diseñadora editorial durante muchos años, y como ya no quería seguir utilizando las fotografías de otras personas, ni darle una imagen a los estereotipos que promovía el marketing, ni adaptar sus propuestas al encargo de los clientes, estudió arte e hizo sus propias obras. Tomó un sistema de trabajo que proviene del ámbito gráfico para crear su propio contenido. En mi caso, al diagramar un libro, no puedo apropiarme de lo que escriben los otros, tergiversarlo. Le doy un marco, y ojalá que no se note mi mano al leer el texto, que el lector se encuentre con la narración sin percibir intermediarios.
R. R. M.- Desde que empezaste a trabajar en Overol (2015) como diseñadora y editora ¿han cambiado tus formas de ver y de leer? En el caso de que la respuesta fuera sí, ¿en qué aspectos?
D. E.- Veo las portadas que hago y los elementos se están cayendo, desproporcionados, sobre todo en las primeras. También cuento las veces que se cortan las palabras en un párrafo, las líneas viudas y huérfanas, cómo está cosido el libro. Bruce Nauman dice en una entrevista que los accidentes vuelven las cosas más humanas. He aprendido a disfrutar el error, ver las posibilidades que abre. Éste es un trabajo que te devuelve constantemente a un espacio de humildad. He aprendido mucho del trabajo de quienes colaboran en Overol; editores y escritores; formas de leer, de resolver los textos.
R. R. M.- Has participado en distintos proyectos, como Cooperativa X y Atlas de lo común que, además de proponer una experimentación formal, promueven una praxis urbana. ¿Qué noción del diseño piensas que opera allí? ¿Crees que sea traducible a la escritura poética y/o narrativa?
D. E.- La Cooperativa es un grupo de amigos, una organización donde los nombres de los participantes son secundarios; la propuesta de cada uno se transforma con el trabajo del otro. Una visión transdisciplinar, ya que allí pude trabajar con arquitectos, ingenieros, artistas, peatones, los vecinos del lugar donde se iba a emplazar alguna instalación, etc. El diseño no es la disciplina central. Las propuestas se veían modificadas por lo que pasaba en el territorio y,en paralelo, modificaban conductas. Una vez construimos una línea de bandejas plásticas en la plaza Santa Ana, y fue crucial conversar con los peatones. Eso te permite tener una visión menos turística. En la escritura, lo anterior podría encontrar una similitud al no hablar por el otro, sino con, o través de, escuchar más. Podría aplicarse una forma de examinar el entorno, porque formalmente, en el momento de la escritura en sí, los materiales a los que te enfrentas son distintos.
R. R. M.-¿Cómo sería, en la escritura, no hablar por el otro, sino con?
D. E.- Supongo que evitando esencializar identidades (tanto en las voces como en los personajes), cuestionando estereotipos. Mostrar más bien los deseos, intereses e identificaciones; escuchar más.
Referencia electrónica
Reyes Macaya, Rodolfo. «Conversaciones con Daniela Escobar. “No hablar por el otro, sino con, o través de, escuchar más”». Hyperborea. Revista de ensayo y creación (2019): 221-227. https://www.hyperborea-labtis.org/es/paper/conversaciones-con-daniela-escobar-no-hablar-por-el-otro-sino-con-o-traves-de-escuchar-mas