Astrid Romero
romeroastrid@gmail.com
S. C. de Bariloche
Los poemas de la tríada titulada Noche de Reyes fueron apareciendo de manera espaciada en el tiempo y en distintos poemarios. Para facilitar su identificación, me referiré a ellos como primero, segundo y tercero, respetando su orden de publicación. Sobre el primero de estos poemas, Fina García-Marruz, amiga cercana del poeta, en una epístola que le entregó en mano, ha escrito:
Jorge Luis:
Qué espléndidos poemas. El primero que leí («Noche de Reyes») se basta tanto a sí mismo que me cuesta imaginar que forme un cuaderno. Es un poema solitario, absoluto (con la relatividad de la palabra incluida). Creo que es pórtico natural de los otros: la misma palabra «quiero», como la esencial al anhelo que atraviesa el libro todo y sus «Oh!» esclarecedores. Tu Poética abarca creo que la de todos los poetas y lo que dices de la Poesía y de tu poesía creo que lo sentimos todos. Y Martí decía que cuando lo solo personal resulta reconocible por el que nos lee, se puede estar seguro de que ha sido necesario decirlo. (Claro que lo dice con palabras más hermosas). El grado de intensidad de tus lecturas poéticas de los otros rectifica en el término mismo de «lectura» la distancia en medio —pues parece que de un lado estamos nosotros y del otro el poema—, la convierte en vivencia, y esto es algo que aunque creo todos hemos sentido, alcanza en tus poemas otra calidad distinta a la que logra Gastón con la incorporación de líneas de Shakespeare en el discurso de su Inocente, una simbiosis que la vuelve indiscernible de la propia sangre, de la propia noche, y uno siente como un alivio, como una gratitud de que se haya podido expresar algo de por sí casi inexpresable, y que haya podido atravesar tamaño bosque porque con el «Oh, yo quería, yo quisiera, vuelto a la propia hoguera de la sangre».Yo no quiero ahora detenerme a glosar uno a uno tanto encuentro, de lo desvalido, el esplendor de la soledad y la comunión, de los «ínferos» y la humildad de la alegría. Ni señalarte uno a uno los pasajes perdurables, ya que no son ni deben ser separados de lo que llamaba Martí «la energía central» y San Juan la «llama de amor viva, frente a la cual todos somos pordioseros, queredores imposibles. En tu Epístola a María del Carmen hay momentos que me recordaron esos iluminadores trasluces que hay en algunas páginas de Dostoyewsky en que, como en Martí, es el amor quién ve». No quiero hacer «crítica» pues frente a un ofrecimiento sólo cabe el recibir. Gracias por el impagable regalo. Fina [1]
Como se advierte en la misiva, y se explica en la nota (1) del mismo Arcos La Rosa, el primer poema apareció publicado en el libro De los ínferos (1999). El segundo poema tuvo su aparición en el poemario El libro de las conversiones imaginarias (2014), mientras que el tercero, acompañado de la aclaración entre paréntesis (da capo), fue publicado de manera virtual en el Diario de Cuba aunque pertenece al aún inédito libro Finis terrae.
Dice Rebecca Solnit (10) que perderse es «una rendición placentera, como si quedaras envuelto en unos brazos, ido absolutamente absorto en lo presente de tal forma que lo demás se desdibuja». Ella se refería a perderse en la geografía de las ciudades pero estos poemas proponen de igual manera ese borramiento, ese ocultamiento del mundo bajo el ala inmensa del sombrero de Zequeira que permite sumirse en el ensimismamiento. [2]
En la Noche de Reyes, la epifánica revelación de la divinidad se manifiesta como un nacimiento ante la mirada ignota de unos viajeros. El poeta Jorge Luis Arcos, en los tres poemas titulados Noche de reyes, traza un itinerario que va de la Habana a Madrid, en el que un viajero, ensimismado y oculto respecto del mundo circundante, es un sujeto errante en busca de una revelación que nunca llega. El segundo poema refleja lo anterior cuando dice: «Pero llegaste con los pulmones llenos de una baba sombría / pero llegaste como un réprobo al castillo que no reconoce tu niñez». Abandonado por la patria de la infancia y los amigos poetas suicidas, abandonado por la sensualidad y la lozanía de la juventud, el viajero se expresa con una voz poética que porta la marca de la oscuridad, el pecado del deseo y sus excesos, transmutando el escenario de lo que debería ser una celebración familiar en una sórdida añoranza de la patria perdida junto con los amigos y los amores ausentes: «me abandonó en el mar / dilatado y furioso / frente a la absorta playa», escribe en el tercer poema.
En cada una de las tres composiciones se produce una mutación de la voz lírica que, desde la invocación del «yo» en primera persona, pasa luego a la segunda persona del siguiente para, en el último, finalizar en tercera persona, creando un efecto progresivo de distanciamiento. En el primer poema, la voz está encarnada en la figura de «José el carpintero», cuyo canto solitario en ausencia de ofrendas corporiza el deseo de un paraíso perdido. Fina García-Marruz ha señalado cómo la poética de Arcos gravita sobre este deseo, que también está presente en los otros dos poemas. En el segundo se produce una distancia en la que la voz en segunda persona se interpela a sí misma: «Entras en los bares», «Tenías que venir a España»; allí, la forma «querías» traza cierta continuidad con el mismo verbo en primera persona del poema anterior, materializando la búsqueda de algo que no se nombra y nunca se encuentra. En cuanto al tercer poema, asumiendo ya una mirada desde afuera, la voz lírica gira en tercera persona en torno al amigo, el poeta suicida Raúl Hernandez Novás (¿el dios sin rostro, quizás?), cuyo «hay que cantar» resuena como una misteriosa invocación, y quien obsequia «un castello/ un don súbito y último /el insomnio perpetuo / una ambigua ansiedad / que empaña los espejos /y anhela toda llama». La playa y el mar, paisaje presente en los tres poemas (a veces absorto, a veces solitario, a veces desordenado con caracolas y cangrejos), se entremezclan con ese anhelo.
Cintio Vitier señala que «el mundo se desdobla en su recuerdo y en su ausencia, pero lo que buscamos es ese esplendor distinto, aquella oculta virtud de nuestro ser que pueda grabarnos sin repetición ni fuga, siempre adentrándonos en un cuerpo de mayores condensaciones y más transparente equilibrio.» (63) para, luego, referirse a la penetración seminal de la poesía que acaso en estos poemas sea el anhelo, la búsqueda constante que es a la vez forma y sustancia de lo poético y que no puede hallarse más que bajo el halo de invisibilidad que sustrae al poeta de su búsqueda, aunque funde sin embargo, su presencia.
Notas
[1] Nota que me confía J. L. Arcos La Rosa al compartir esta carta de Fina García- Marruz: «como muchas otras cartas que conservo de ella, fue escrita en La Habana, entregada a mano y sin fecha, aunque esta última puede colegirse por la fecha de publicación del libro al que hace referencia, De los ínferos, que obtuvo el premio internacional de poesía Rafael Pocaterra en El Ateneo de Valencia, Mérida, Venezuela, en 1998, pero no fue publicado en La Habana, Cuba hasta 1999. La presente carta, escrita a mano por la autora, me fue entregada por ella personalmente cuando le regalé la edición de mi libro, que obtuvo luego en Cuba el Premio de la Crítica de 1989. Conservo un copioso epistolario con ella, con todas las cartas manuscritas, que en algún momento publicaré en su totalidad.» (septiembre 2024). Una reproducción del original de la citada carta se encuentra disponible en: https://www.hyperborea-labtis.org/es/carta-de-fina-garcia-marruz
[2] Véase «Octavio Armand y el sombrero de Zequeira» de Rafael Rojas sobre el poeta, teólogo y militar realista habanero Manuel de Zequeira y Arango (1764-1846), quien sufría delirios que lo llevaron a creerse invisible cuando se colocaba el sombrero.
Bibliografía
- Arcos La Rosa, Jorge Luis. De los ínferos. Ediciones Unión, 1999.
- —— ; «La poesía de Raúl Hernández Novás.» Raúl Hernández Novas. Poesía, compilado por Jorge Luis Arcos La Rosa, Fondo Editorial Casa de las Américas, 2007, pp. 7-35.
- —— ; El libro de las conversiones imaginarias. Betania, 2014.
- Arcos La Rosa, Jorge Luis y Efraín Rodríguez Santana. «Cartas sobre dos poetas suicidas. Ángel Escobar y Raúl Hernández Novás.» Encuentro de la cultura cubana, no 45-46, verano-otoño 2007, pp. 50-66.
- Arcos La Rosa, Jorge Luis y José C. Tabío. «Acaso la imaginación sea la realidad: entrevista a Jorge Luis Arcos, premio Internacional de Poesía Gastón Baquero.» Rialta, 2019, https://rialta.org/imaginacion-realidad-jorge-arcos/
- Rojas, Rafael. «Octavio Armand y el sombrero de Zequeira.» LALT, no 8, 2018, https://latinamericanliteraturetoday.org/es/2018/11/octavio-armand-and-zequeiras-hat-rafael-rojas/
- Solnit, Rebecca. El arte de perderse. Traducido por Clara Ministral. Ed. Fiordo, 2023.
- Vitier, Cintio. Poética. Ed. Letras cubanas, 1997.
Referencia electrónica
Romero, Astrid. «Bajo el sombrero de Zequeira. Sobre tres poemas de Jorge Luis Arcos La Rosa.» Hyperborea. Revista de ensayo y creación, no 7, 2024, pp. 141-145, https://www.hyperborea-labtis.org/es/paper/bajo-el-sombrero-de-zequeira-351
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.13916465
Imagen superior: detalle de Noche estrellada de Edvard Munch, 1893.