Noche de Reyes. Poemas

arcos_munch

Jorge Luis Arcos La Rosa


(es el rastro de los reyes en la arena lo que hemos perdido)
Fina García-Marruz

Noche de Reyes

Noche de Reyes, soledad de sus ofrecimientos
palacios perpetuos, torres de piedra, arrecife lejanísimo
extraño paisaje de la noche, antiguo y raro como linaje de reyes
raro soñar torres, arrecifes, laberintos, desiertos
raro soñar árboles, planetas dentro del agua, espadas, arpas, espejos
abrir la puerta hacia el prado donde relincha el unicornio
cerrar las puertas del reino, las altas puertas de cuerno
porque en la antigua noche de reyes no rodean al niño las ofrendas
y José el carpintero canta, suavemente inclinado, como un pobre:
Quiero la espada más blanca, el toro blanco, la noche blanca
Quiero el rostro que soporte la luna
Quiero el pájaro, la hoguera, el crepúsculo, la estrella
Quiero hacerme transparente en el valle de las ofrendas
Quiero el bosque donde vuelva a ser niño
Quiero escuchar el murmullo de las piedras
Quiero soñar melancólicos jardines inacabables
¡Oh niño oscuro y remoto, oh reyes bellos y lentos!
¡Oh criaturas de arena, dadme ese conocimiento!

 

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Noche de Reyes

Entras en los bares neblinosos donde ya no te reconocen
Sentado como un fantasma melancólico eludes los licores fuertes
Afuera están el frío y las muchachas para las que te has vuelto invisible
Tenías que venir a España para ponerte tu sombrero de Zequeira
Y hacer la ronda como un marinero chino perdido en un jardín francés
Viniste huyendo del calor y la humedad y de un tiranuelo enfático
Viniste huyendo de tanto rostro cansado y del hastío de Casal
No te importaba la jungla tropical ni la línea del horizonte
Sólo la orilla que alucinaba a Gorostiza
La luz de la luna sobre la playa vacía
Eras el equilibrista de la orilla buscando caracoles salvajes (¡las joyas de la corona!)
La belleza natural y la imprevisible mística de las estrellitas de Van Gogh
Querías el frío y la nieve y todo lo que negara el vaho de los cañaverales absortos
Pero olvidaste el chaquetón enorme y los guantes que nunca te regalaron
El tono diferente de una frase te hiere como un arpón a una ballena dormida
Querías perderte en un rostro como se pierden las estaciones y los imperios
Aquella tarde bajo los mangos conversabas con los dos suicidas por armas de fuego
Tú solo con las dos sombras en tu jardín esquizofrénico
Tenían que sentir los murmullos de los gatos enterrados
Los gatos que naufragaban en tu patio antes de poder abrir los ojos a la luz
Y el eco de los caracoles que anhelaban regresar al mar
Pero llegaste con los pulmones llenos de una baba sombría
Pero llegaste como un réprobo al castillo que no reconoce tu niñez
Lo sombrío, lo sombrío, todo el mundo veía en tus ojos lo sombrío
Por eso reposaba sobre la mesita de tu infancia La Divina Comedia
El niño se comía las imágenes eróticas de Gustavo Doré
Esas sombras dolientes te avasallaron
Ahora solo copulas con esas sombras en una noche pánica
(La noche de las noches, imposible, secreta)
Y te sientas en la barra de un bar y eludes los licores fuertes

19 de julio, 2006

 

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Noche de Reyes da capo

Luz en lo infuso, luz con el daimon,
Para descifrar la sangre y la noche de las empalizadas.

José Lezama Lima, «Himno para la luz nuestra», Dador

Él es el dios sin rostro
El dios desconocido
El que oficia en la noche
De las empalizadas
Con su saco de pana
Su sombrero de fieltro
Y un manojo de nervios
De extraños jeroglíficos

 

En la Noche de Reyes
Me regaló un castello
Un don súbito y último
El insomnio perpetuo
Una ambigua ansiedad
Que empaña los espejos
Y anhela toda llama

Hay que cantar
(Me susurró lentísimo)
De la noche indecible
La fábula inaudita
Las figuras danzantes
En el fondo del lago
Las miradas cetrinas
Los brazos como lianas
Epístolas suicidas
Las letras como nadas

Hay que cantar
(da capo)
La noche de las noches
La imposible
Secreta
Donde danzó la sombra
De la yegua salvaje

Tú tienes
(Me advirtió)
Una antigua reliquia
Una mirada nómada
Una árida estepa
El alfabeto atroz
De las letras errantes

Me abandonó en el mar
Dilatado y furioso
Frente a la absorta playa
La de mental orilla
Arena ensangrentada
De cangrejos translúcidos

La playa de las noches
La de las soledades


Sobre el autor

Jorge Luis Arcos La Rosa (La Habana, 1956) es una de las voces más destacadas de la poesía y el ensayo de nuestros días. Exiliado en España entre 2004 y 2010, obtuvo el título de Doctor en Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Anteriormente, desarrolló una extensa carrera académica y literaria en Cuba, donde se graduó en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad de La Habana. Allí fue profesor en la misma universidad y el Instituto Superior de Arte e investigador en el Instituto de Literatura y Lingüística. Director de la revista Unión, órgano de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), también presidió la Cátedra de Estudios Iberoamericanos José Lezama Lima en la Fundación Pablo Milanés. Ha publicado varios libros de ensayos que han merecido numerosos premios, como: En torno a la obra poética de Fina García Marruz (La Habana, 1990), La solución unitiva. Sobre el pensamiento poético de José Lezama Lima (La Habana, 1990), Kaleidoscopio. La poética de Lorenzo García Vega (Madrid, 2012) y «El castigo [Relato caleidoscópico]» (Premio Franz Kafka de Ensayo/Testimonio, 2023). Su obra poética también ha recibido importantes premios y distinciones, como: Conversación con un rostro nevado (1993) (Premio Luis Rogelio Nogueras), De los ínferos (1999) (Premio Internacional de Poesía Rafael Pocaterra) y La avidez del halcón (2002) (Premio Internacional de Poesía Centenario de Rafael Alberti). Desde el año 2010 reside en la ciudad de S. C. de Bariloche en la Patagonia argentina, donde es profesor e investigador en la Sede Andina de la Universidad Nacional de Río Negro.


Referencia electrónica

Arcos La Rosa, Jorge Luis. «Noche de Reyes.» Hyperborea. Revista de ensayo y creación, no 7, 2024, pp. 146-152, https://www.hyperborea-labtis.org/es/paper/noche-de-reyes-poemas-352
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.13916473


Imagen superior: detalle de Noche estrellada de Edvard Munch, 1893.

Publicación Hyperborea
Número 07