Ana Lía Gabrieloni
Pintadas. En efecto, pintadas, interpretan el inveterado silencio de los cuadros con un especial canto; las sirenas de Xil Buffone nacen de ese Maelstrom vital que origina ser conscientes de la ausencia como contingencia pero también a perpetuidad.[1]
Se sabe, los mitos subsisten en perpetuidad ambiente. Portan aquí, entre todos sus colores, una invisible insignia de duelo que, en la nomenclatura artística transmuta en marcos estrechos y alargados de pequeño formato que dejan al descubierto irreductibles vacíos sobre los monumentales muros donde, alineados, los cuadros articulan una instalación.
Así pudimos descubrirlos en la exposición «Sirenas argentinas», que tuvo lugar en el Centro Cultural de la Cooperación de la Ciudad de Buenos Aires en el 2019 (año que, en el presente contexto global, podría causarnos la impresión de ser equivalente tanto a dos o menos, como a diez o más años atrás… lo hemos dicho, es bien conocido, los mitos habitan la intemporalidad).
Xil B. declara al inicio del catálogo de esa exposición: «Ante la evidente inexistencia en el imaginario argentino de las sirenas, he decidido crearlas». Y continúa escribiendo respecto de la naturaleza y cronología de dicha creación: «La serie se inició con la sirena del Paraná, le siguieron encandiladas las sirenas del salitral a mediodía, las mellizas Malvinas en tormentoso mar, las serenas (sic) mapus y las noches… la solitaria antártica… concluyendo las dos pombas rojas generando el nacimiento del arco iris.» La mencionada serie adopta —a través de quince módulos horizontales pintados al óleo, con «una vertical»— recursos y elecciones formales que cuentan con tradiciones de notable espesor en la historia de la pintura. Entre otros, podrían apuntarse tres en función de la gran repercusión que tendrían entre el Renacimiento y el siglo XIX: la reconstrucción conjunta para acentuar lo distintivo de las estaciones del año o de ciertas regiones del mapa; la representación alusiva a la mitología y la alusiva a la naturaleza o paisajes; la repetición de un mismo motivo bajo el efecto de diversas atmósferas lumínicas.
Todo lo anterior reaparece en la serie transfigurado como por arte de un prodigio al óleo dado lo inédito del tema: sirenas oriundas de Argentina —tal como lo reconfirma el mapa de uso escolar con intervenciones de la artista que es parte de la instalación— en primeros o segundos planos de paisajes que, en el caso de algunos módulos, dominan íntegramente el espacio pictórico.
Flotantes y ligeras en regiones del sur del país donde la presión atmosférica es elevada; hundiéndose grávidas en la litoraleña tibieza acuática; impávidas entre cortejos de flamencos en salares espejados a distancia de un cordón industrial; génesis de los sempiternos arco iris donde la luz y el agua transmutan en el inventario más acabado y natural del color junto a torrenciales cataratas: el repertorio de sirenas es conciso; los espacios apaisados evocados vastos; el imaginario desencadenado, inabarcable. Sirenas claras, tercamente claras: albinas. Sirenas negras. Sirenas rojas. Sirenas indígenas. Sirenas sensuales e indiferentes. Monstruosas y bellas con la mano como garra o informe, un ojo en el rostro, la cola de pez.
En la totalidad de los módulos se observa que el flujo terroso o cristalino, o el bravo oleaje de las aguas, los horizontes, las existencias vegetales y animales, los cielos, y hasta las emanaciones que los cruzan (desde las rectas chimeneas industriales en el fondo del salitral), adoptan la forma serpentina de los cuerpos mitad pez y de los largos cabellos que enmarcan los rostros, serenos. Los melifluos aunque inaudibles cantos cristalizan aun in absentia de las sirenas-serenas en las armonías tonales que componen los paisajes, armonías entre las cuales podrían citarse visualmente los siguientes detalles —extraídos de tres porciones diferentes de la obra— como ejemplos:
Aguas, horizontes, cielos, existencias animales y vegetales, y los vaporosos desechos industriales se dan a ver como extensiones desmeneladas del mito, cuyo nombre —tal como destaca Carlos García Gual en su libro Sirenas. Seducciones y metamorfosis — aparenta estar relacionado con el término griego «seirá»: soga, por lo que las sirenas serían algo así como «las que atan» con la voz, el canto y la música por lazo con el que atraen y amarran (2). En la obra de Xil B., el lazo es el color, y esa corriente que el último anima y encauza en los módulos alineados a la altura de la mirada de los espectadores. El horizonte inmediato que esa línea traza encierra pictóricos horizontes de ensueño que, en consecuencia, llegan a desplegarse a lo largo de los muros de la sala de exposición en torno a esos mismos espectadores y espectadoras, como un cíngulo cautivador. Uno de los primeros críticos en haber sabido apreciar la poética del color en la pintura moderna, Charles Baudelaire (250), proporciona una frase excepcional para describir la experiencia en la que se convierte visitar las «sirenas argentinas» en exposición. La frase refiere esa «sorcellerie évocatoire», embrujo o hechizo evocativo que opera a través del color desde las imágenes del arte. Queda claro el primer término aplicado a estos seres mágicos que, según algunas leyendas, son hijas de un río y una musa. Cabe preguntarse qué es lo que evocan.
La anterior puesta en miniatura de detalles de la obra de Xil B. es sugerente al respecto. Las evocaciones podrían ser tantas como imposible sería enumerarlas o mucho menos agotarlas mencionándolas aquí. El volúmen numérico, en este caso, arroja una acumulación que exigiría espacio (en el documento digital que estoy escribiendo, en principio) a la vez que tiempo para su gestación porque, tal como ha escrito Gaston Bachelard en uno de los capítulos más admirables de su libro La Poétique de l’espace (1957) —dedicado a la miniatura— «Todas las cosas pequeñas piden lentitud» (144). Es necesario aclarar que la proporción de cada uno de los detalles-citas de la obra de Xil B. sobre cada una de estas páginas es tan mínima como asimismo lo era la proporción de cada módulo sobre los muros de la sala de la exposición en el año 2019. Devenida, así pues y una vez más con los términos de Bachelard, una suma de «moléculas de mundo» (144), agregaría que la serie de las sirenas comprende «moléculas de mito». Lo que desarticula el aspecto paralizante de este último en lo que respecta a nuestra innata vocación de reflexión y de libertad.
Acaso sería posible decir sobre el conjunto de la instalación, que fija horizontes orbitados por sirenas con quirúrgica precisión frente a nuestros ojos en un ángulo de 180º, lo que Jacques Darriulat expresa frente a los cuadros de un pintor como Vermeer, donde no hay sirenas pero sí serenas (mujeres) que, según el mismo Darriulat (203) especifica: revisten a las imágenes con la curiosa propiedad de saber que son miradas, es decir que las vemos mirar y, en consecuencia, se nos presentan no como un espectáculo objetivo sino como una visión subjetiva.
La subjetividad de la visión de las sirenas argentinas, retratadas en las Cataratas del Iguazú, el río Paraná, el Lago Gutiérrez o la Antártida, es del orden del binomio antes mencionado: reflexión y libertad. Hay en ellas una parsimoniosa irreverencia que hace estallar lo que pudiera interponerse al ejercicio de esto último. Es más, me animaría a proponer que ambos términos sintetizan (abriéndola al infinito) la visión de la misma artista. Tal como se desprende de la totalidad de su obra desde mediados de los años 80 a esta parte, Xil Buffone no es una musa diligente que inspira cantos a otros, ni es esos otros cuyos cantos provienen llanamente de terceros, sino quien —al igual que las sirenas históricas y las sirenas vernáculas de su invención— siempre canta el singularísimo canto propio.
Notas
[1] Entrevista con Gustavo Bruzzone en Instagram: https://www.instagram.com/tv/CR5GR2Ng-Dg/?utm_medium=share_sheet
Bibliografía
- Bachelard, Gaston. La poética del espacio. Trad. Ernestina Champourcin. Madrid, etc.: FCE, 2000.
- Baudelaire, Charles. Écrits sur l’art. Paris: Le Livre de poche, 1992.
- Darriulat, Jacques y Raphaël Enthoven. Vermeer. Le Jour et l’heure. Paris: Fayard, 2017.
- García Gual, Carlos. Sirenas. Seducciones y metamorfosis. Madrid: Turner Noema, 2014.
Agradecemos el permiso para reproducir aquí detalles de "Sirenas argentinas" © Xil Buffone
Referencia electrónica
Gabrieloni, Ana Lía. «Sobre la serenidad en las sirenas que piensan y son libres de Xil Buffone». Hyperborea. Revista de ensayo y creación. 4 (2021): 308-16. https://www.hyperborea-labtis.org/es/paper/sobre-la-serenidad-en-las-sirenas-que-piensan-y-son-libres-de-xil-buffone-256
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.5799109